lunes, 14 de enero de 2008

Ácido sulfúrico

El último grito en programas televisivos de entretenimiento se llama "Concentración". Un equipo de televisión hace una redada por las calles de una ciudad para reclutar a los participantes de este reality show, escogiendo aleatoriamente entre la población. Los participantes serán trasladados al plató en vagones precintados, como los que transportaban a los judíos durante la época del exterminio nazi, y serán internados en un campo en el que otros concursantes desempeñan el papel de kapos. Bajo la estricta vigilancia de la cámara de televisión los prisioneros serán golpeados y humillados de cualquier modo, todo es válido mientras suban los niveles de audiencia. (De la contraportada).

Esta es la idea que le sirve a Amélie Nothomb para desarrollar una breve novela, Ácido Sulfúrico (Anagrama, 2007). Llevaba un tiempo topándome con el nombre de esta joven autora belga en varios sitios y descubriendo que despertaba bastante entusiasmo entre quienes la habían leído. Por fin he conseguido una novela (en realidad he conseguido dos, pero la segunda todavía no la he leído) y entiendo que no deje indiferente. Sin entrar en valoraciones sobre su calidad literaria, lo que sí puedo decir es que se lee fácil y rápidamente y te da motivos para pensar. Lástima las dos o tres flagrantes aberraciones ortográficas que se han colado en la edición de que dispongo.

Esta especie de Gran Hermano de última generación que describe la Nothomb no me resulta descabellado; pienso que la autora no ha tenido más que llevar hasta sus últimas consecuencias (o, a lo peor, ni siquiera hasta las últimas) lo que estamos viendo que es la evolución de este género televisivo. Para mayor mediocridad imaginativa o cultural (a diferencia de mis propuestas como guionista) simplemente se toma una referencia tan cercana y manida como el Holocausto. En el campo de concentración televisivo se tortura y se mata, concediendo a los telespectadores (ya avanzado el concurso), en la mejor tradición, el derecho de nominar a los condenados. Todos, organizadores, kapos y audiencia (sólo puede excluirse a las víctimas), han llegado al nivel más humillante, más vergonzoso más indigno que imaginarse quepa.

Me surgen dos preguntas. La primera es obvia: supuesto que llegara a existir un programa así: ¿alcanzaría tan altísimos, casi universales, índices de audiencia? ¿participarían masivamente los telespectadores en las condenas a muerte? Amélie Nothomb no deja ninguna duda al respecto: por supuesto que sí; sería un tremendo éxito mediático, por más que la gran mayoría de los telespectadores se mostraran unos a otros lo mucho que les escandaliza que hayan llegado hasta ese extremo. Estoy totalmente convencido de que la autora tiene razón. En un momento de la historia, la protagonista se dirige a la cámara y grita alto y fuerte:

–¡Espectadores, apaguen sus televisores! ¡Ustedes son los peores culpables! ¡Si no proporcionaran una audiencia tan alta a este monstruoso programa, hace tiempo que ya no existiría! ¡Los verdaderos kapos son ustedes! ¡Y cuando miran cómo morimos, los asesinos son sus ojos! ¡Son nuestra cárcel, son nuestro suplicio!

Obviamente, lo único que consiguió fue aumentar la audiencia.

La segunda pregunta que se me ocurre es: ¿podría hacerse realidad tal aberración? En la novela no se responde porque no es necesario; a los efectos de esta especie de fábula inquietante basta con que sea la premisa de partida, sin que sea relevante su verosimilitud (siempre que el relato que deriva de ella sí la tenga, como es el caso). Desde luego, producir y emitir un concurso así supondría un cúmulo de actos que son criminales en cualquier país del mundo. Pero la naturaleza delictiva de esta idea no es ninguna garantía de su inviabilidad real. No me cuesta demasiado imaginar a una organización criminal que secuestre ciudadanos, los traslade a un campo de concentración oculto en algún lugar lo más inaccesible, defendido adecuadamente, y desde allí se dedique a grabar y transmitir en directo un programa como el que describe la novela, apañándoselas con los medios técnicos precisos para poder llegar a los televisores de los países occidentales. No me cuesta demasiado imaginar que sea una emisión de pago y suponer que mucha gente pagaría para ver el concurso o que muchas empresas pagarían para anunciar sus productos en los espacios publicitarios.

Si creemos, como yo creo, que un programa así sería un éxito de audiencia y, por tanto, capaz de generar suficiente negocio económico, antes o después se hará. La única garantía para que la ficción de Amélie Nothomb lo siga siendo sería que cambiasen las tendencias en lo relativo a las audiencias; y no parece que vayan por ahí los tiros. De lo que estoy seguro es que, cuando concursos de este tipo aparezcan, habrá álgidos debates en los que todos los fantoches de los programas telebasura pontificarán escandalizados sobre lo bajo que estamos cayendo.


CATEGORÍA: Literaturas

25 comentarios:

  1. A mi tampoco me sorprendería que algún día se llegara hacer un programa semejante, salvando distancias, imagino, quizás peco de ingenua.
    Actualmente, hay cada programa que para verlo hay que estar fumado.

    Bona nit.

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  2. Todavía no me ha entrado en la mollera cómo es posible que la gente se siente tan tranquila y disfrute de una sesión de boxeo. Dos personas peleando a muerte, sangre, golpetazos, en fin, ya se sabe...
    Y últimamente se ha puesto de moda para nuestros menores "Pressing catch", o algo así, que indudablemente está inculcando unos valores inmejorables a las nuevas generaciones. No hay más que darse una vuelta por el patio de un colegio a la hora del recreo. En una época en la que tanto se escucha hablar de no violencia, de tolerancia y de paz, basta con asomarse a la calle para quedarse atragantado.
    No quiero responder a tus preguntas, ni siquiera me las quiero plantear, eso sí, le voy a pedir prestado el libro a mi no pareja para ver de qué va, por si un día, por la calle, me eligen para un concurso de la tele...

    Besos!

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  3. que escabroso Miros... que escabroso ...
    yo prefiero seguir viendo el Disney Channel ...
    beso,

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  4. Había una película española de hará algún tiempo donde se investigaba una serie de cintas de video donde se emitían muertes reales. No sé por qué me dio la sensación de que ese tipo de cine se llegó a hacer, rodar la muerte de una persona en directo. Pero oye lo mismo es que estoy flipando a estas horas. La cuestión es que la violencia no es algo nuevo y esto no sería nada nuevo, hay gente que se excita viendo el sufrimiento ajeno y si tienen poder no hay nada que hacer para evitarlo.

    Lo que me molesta de esta historia es ese estribillo que se repite y se repite hasta lo políticamente correcto, que el espectador es el culpable de la evolución televisiva, el responsable de la baja calidad de los programas que emiten las cadenas. Pues me opongo y me seguiré oponiendo a aceptar dicho discursito. Los espectadores no son los que llenan los bolsillos de los empresarios televisivos, a no ser que sean cadenas privadas, donde la programación evidentemente cambia bastante.

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  5. Me parece pelín exagerado, pero metafóricamente creo que es muy factible.
    Y no me cabe duda de que la culpa de que aumenten ese tipo de programas es de esos ojos que miran.

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  6. Amy, que nos hemos solapado en los comentarios,

    Yo sí pienso que somos los culpables (obviamente ni tú ni yo a lo mejor lo somos, pero sí los espectadores en general). Si esos programas no se vieran más que otros la publicidad no invertiría en ellos y tendrían que dejar de emitirse. A día de hoy hay muchas cadenas de televisión y muchas facilidades para ver películas en DVD y aún así las audiencias determinan que esos son los programas rentables económicamente porque son los que enganchan al público, que es el que le pone precio (y valor) a la publicidad de los intermedios y es el que determina si se forra o no el empresario de turno.

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  7. Pues se puede analizar Raquel y analizándolo no me parece lo que expones tan evidente. Si tenemos en cuenta que los espectadores habituales, no los ocasionales, que ven la televisión, son personas que no pueden permitirse otro tipo de hobbie y que necesitan, como todos una distración para aliviar sus penas, como todos. Está claro que cualquier cosa que le pongas lo va a ver. De hecho cuando sólo teníamos un canal o dos y no había este tipo de emisiones, la televisión se veía igualmente. Yo creo que la televisión, como electrodoméstico que es, con la connotación de que es junto con el interreptor de la luz, el que siempre encendemos al llegar a casa, no así la batidora, el microondas etc, etc, no pienso que si cambiamos el tipo de emisión baje el nivel de audiencia por la sencilla razón de que la gente necesita ver la televisión, el contenido por duro que parezca es lo de menos. Tú dices que hay dvds pero eso que apuntas cuesta dinero y hablamos de gente que ve la televisión porque su coste es cero, esa es la gran masa, la que se mide por millones. Así que podemos hacer una cosa, engancharlos con programación basura, o engancharlos con una programación algo más didáctica, considerar que lo más didáctico no los engancharía igual y no me refiero a los documentales de la dos, es menospreciar al público y por eso me niego a aceptarlo. La cuestión dura y cruda es que los programas basura son más baratos, a ver si abrimos los ojos y a los empresarios les quedan más beneficios a final de año.

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  8. Tiendo a estar bastante de acuerdo con amy. Entre las necesidades básicas del ser humano, no mucho después que el alimento o el sexo, está la ficción. Quienes no tienen abuelo que cuente cuentos ni hábito de leer, una gran parte de la humanidad,la satisfacen con la televisión. Con la que les echen. No dejan de verla porque sea mala, del mismo modo que el hambriento no deja de comer pan porque esté seco y mohoso. Es lo que tienen y de ello tiran. Y se aficionan a ello, como el hambriento se aficionaría al pan mohoso si nunca hubiera comido otra cosa. No eligen la mierda libremente, eligen mierda porque necesitan algo y mierda es lo que se les ofrece. Y el cabrón que les ha atiborrado de mierda y aficionado a ella, luego se escuda en que "es la mierda lo que les gusta" para seguir dándosela.

    No, creo que el discurso de "la culpable es la audiencia, que pide esas cosas" es engañoso y un mecanismo más de que se sirven los que prefieren hacer una televisión especialmente estúpida, adormecedora, manipuladora y barata. Darlo por bueno sería como si absolviéramos a los narcotraficantes porque se limitan a facilitar la mercancía que les exigen los drogadictos.

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  9. Pues sinceramente no estoy muy de acuerdo. En todas las casas hay por lo menos seis o siete canales entre los que elegir. El hecho de que ganen en audiencia unos programas a otros depende sólo de la elección de los espectadores. Si la gente prefiere ver Gran Hermano a una buena película el empresario responsable de GH se forrará más que el que haya apostado por una película.

    A mí, sinceramente, la televisión me importa poco porque apenas la veo, pero me resulta preocupante que para mantener contentos a los espectadores de este tipo de programas el empresario tenga que superarse cada vez más y se esfuerce en conseguirlo. Y me resulta más preocupante aún la cantidad de gente que no sólo se divierte viendo penosos programas sino que asimila su filosofía y la de sus protagonistas como modelo a seguir.

    Que tenemos la tele que nos merecemos es algo similar a que tenemos el gobierno que nos merecemos... discutible, pero hasta cierto punto.

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  10. Después de leer a Raquel y Amy, creo que ambas tienen razón. Han aportado dos argumentos de peso para que un programa basura se siga emitiendo.

    Por una parte, mi postura inicial (la de Raquel) es que un programa incapaz de tener un mínimo nivel de audiencia (que para eso sirven los audímetros) es eliminado de la programación por la simple cuestión de que los anunciantes no pagan por meter sus anuncios en ellos. Los programas con altos niveles de audiencia gozan de publicidad antes, después, entremedias e, incluso, dentro de su emisión. Ningún anunciante (o casi ninguno) quiere gastarse dinero (aunque la tarifa sea más reducida) durante el desarrollo de un programa divulgativo (que, por cierto, lo suelen emitir en horarios incomprensibles). En cambio, la publicidad está altamente dirigida a un público objeto que es precisamente el que ve determinado tipo de programa. Yo no sé qué han descubierto precisamente, pero cuando lo hacen así es porque obtienen los mejores resultados en ventas (los anuncios del cofidis, por la mañana, por poner un ejemplo).

    El argumento aportado por Amy me parece también muy clarificador y acertado (precisamente lo apuntaban el otro día no recuerdo bien en qué programa de televisión de los que no son telebasura): el coste de producir ciertos programas. Es más barato producir un programa con contenidos de relleno (tirando de imágenes de archivo, entrevistando a gente común que no/apenas cobran porque no tienen caché, persiguiendo a gentucilla-famosilla como si tuvieran algo importante que decir, recibiendo dinero a través del filón de los sms (que no sé yo cómo la gente se gasta ni un céntimo en que su mensaje aparezca tres segundos en pantalla, o para ganar un premio que les va a costar más en envío de sms), criticando a todo bicho viviente con argumentos vacíos y zafios... que, por ejemplo, producir una peli o una serie o un programa tertuliano de verdadera calidad, y me refiero a esos hechos con la inestimable buen hacer de los verdaderos profesionales (que cobrarán más que los malos, supongo). Si la contraprogramación no da alternativas porque todas las cadenas optan por meter programas similares en la misma franja horaria, se produce el efecto de "veo esto porque es lo que están echando y porque no hay alternativa". Personalmente, también opino que este hecho es una oportunidad fantástica para optar por enchufar internet, poner música, leer un libro, hacer gimnasia, aprender ganchillo...

    Respecto a si la gente vería un programa tal, a ver de qué viene el éxito de youtube (cualquier idiota puede colgar un vídeo metiendo una paliza a alguien o pasándole un tren por encima mientras está acostado entre las vías, que ya vendrán más idiotas a buscar esos vídeos para verlos y descojonarse con ellos). Así que no me cabe la menor duda. El único límite estaría en la legalidad de dicha emisión: si es legal lo que se hace, la gente lo verá a mansalva; si es ilegal, para eso hoy en día ya cunde el ejemplo internet, parece demostrado que tira igual de bien.

    Últimamente escribo comentarios más largos que mis posts...

    Besazos.

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  11. Estamos discutiendo sobre la base de que sólo hay que hacer el gesto de encender la televisión, con coste 0 y mínimo esfuerzo. Y presumimos que si supusiera un desembolso grande y requiriera desplazarse a algún lado, ya no tendría tanto éxito.

    Pero ¿qué ocurre entonces con esos espectáculos clandestinos donde bastante gente paga grandes cantidades por ver como dos desgraciados juegan a la ruleta rusa o pelean, con el inapelable resultado de que uno de ellos va a morir? Desgraciadamente existe más gente aficionada a esos espectáculos de los que nos gustaría reconocer. Y también mucha gente más que no asiste porque no tiene medios económicos para ello.

    ¿Qué decimos entonces?

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  12. No sabría yo decirte Koti si es comparable ambas cosas. Pero sí te puedo decir que la mayoría de la gente que no tiene canal plus porque no tiene el dinero suficiente para costearlo si fuera gratis preferirían ver las películas que emiten aquí que los programas basura. Porque Raquel apunta que el índice de estos programas son superiores a los de las películas que emiten en la misma franja horaria. Y claro dicho así podría hasta darle la razón, ahora planteémonos ver una película que es un tostón o que estamos hartos de ver, si tuviera que elegir no sé si vería el telebasura pero está claro que la película no la vería. Pero si me dan a elegir entre las películas del plus o telebasura está claro que vería la película. Pero por qué no emiten estas películas en la televisión que no es privada porque son caras simplemente.

    Y te decía Koti que no sé si se puede comparar porque las circunstancias que rodean a personas con diferentes niveles económicos (ya sabemos todos quienes juegan a la ruleta rusa) son muy diferentes pero sigo estando convencida que lo que engancha de la televisión no es el programa que te ponga sino el hecho de que te pongan un programa y tú no optes a otro tipo de diversión. Podríamos poner el ejemplo de todos aquellos periodistas que cuando entraron en la facultad tenían expectativas y negaron una y mil veces que trabajarían para la prensa rosa. Luego se tragan sus palabras porque si quieren trabajar tendrán que currar en la prensa rosa excepto honrosas excepciones que se lo puedan permitir. Porque ser periodista en definitiva es un trabajo y entre ser cajero del carrefour, que siempre podrán optar por esto y guardar su dignidad y trabajar de reportero rosa al final sucumbirán por lo último porque en definitiva es una plataforma para lo que ellos aspiran hacer si eligen el medio de la televisión. No te dan la opción de elegir, pero elegir entre calidad y telebasura, no entre un peñazo que nadie se traga y telebasura. Igual que el periodista, tampoco tiene opción aunque como profesional pueda dar más de sí, como en definitiva un formato barato es lo que un buen empresario va a buscar, aunque siempre lo negará en público por supuesto, por aquello de que lo políticamente correcto es decir que buscan calidad y servir al consumidor y yo voy y me lo creo.

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  13. Interesante el debate generado. Sin argumentarlo demasiado, me posiciono más cercano a Raquel que a Amy, aunque, como en todo, no creo que todas las culpas estén de un solo lado; al final, es un poco como el huevo y la gallina. En todo caso, quizá porque soy espectador (poco, pero lo que no soy es productor de televisión) creo que es más útil asumir las culpas propias para propiciar un cambio, desde nuestro ámbito competencial, de la situación. Si los espectadores no "premiáramos" a los programas que más avanzan en la escalada de degradación, mucho mejoraríamos (que conste que no "absuelvo" a quienes los hacen).

    En otro orden de cosas, el comentario de Júbilo Matinal me ha dado ganas escribrir sobre las culpabilidades en el tráfico de drogas. Es que JM me provoca ... (de omento resisto la tentación).

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  14. No te suelo comentar porque muchos de tus posts se escapan a mi cultura literaria, histórica o incluso simplemente emocional. Pero hoy lo hago por dos cosas: sigo esperando qué pasó con tu amigo y de Amélie Nothomb no te puedes perder "Estupor y Temblores" que es lo único que está mujer escribió serena, y que es un libro simplemente delicioso.

    Si la quieres leer en plena ida de la olla, tienes "métaphisique des tubes" o la que le lanzó a la fama "L'Higiène de l'assassin".

    Respecto a éste último yo no estoy en absoluto de acuerdo: psicológicamente no estamos ni de lejos, preparados para ver según qué cosas en directo, y menos que ninguna asesinatos a troche y moche, como si fuéramos todos psicópatas que disfrutamos horrores con la sangre, la violencia o la aberración.

    Estudios más que empíricos demuestran cómo ante la violencia realista reaccionamos con repulsión, de hecho, la violencia ficticia tienen mil matices diferentes a la real porque nos resulta demasiado insoportable.

    Yo creo que simplemente ha querido llevar su idea de la degradación del espectador a las últimas consecuencias. Y las cosas ni son, ni serán así.

    Por suerte.

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  15. Amanda: eso de que mis posts se "escapan" a tu cultura literaria, histórica o emocional... Creo que exageras; en todo caso, me encanta leer tus comentarios.

    La historia de mi amigo la seguiré "súbito"; es que ando con poco tiempo y el post que viene reconozco que me va a costar escribirlo (por eso de encontrar el tono y hasta dónde llegar).

    Tu recomendación de Amelie Nothomb coincide con algunas otras que me habían hecho. Lo que pasa es que justamente ese libro no o he visto en las librerías que curioseo; lo pediré. Efectivamente, la chica me parece un poco "ida de la olla", pero escribe bien.

    En cuanto a tu opinión de que ante un programa así habría un rechazo de la audiencia, me gustaría estar convencido de ello. Sí creo que, como dices, el ser humano rechaza la violencia realista, pero en su novelita la Nothomb da a entender que los ajusticiamientos se realizan "fuera de cámara". El público sabe que han matado a X pero no lo ve. Aunque, ciertamente, sí ven los castigos corporales y el ensañamiento con los prisioneros.

    En fin, tú sabes bastante más que yo. Desde luego, el libro de AN no es más que un ejercicio de llevar algo hasta sus últimas consecuencias. Si la violencia, por mecanismos psicológicos de repulsión, no funciona en ese proceso de degradación, es motivo para alegrarnos. Como dices: afortunadamente. Un beso.

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  16. Respecto al comentado aportado por Amanda, sólo apunto un matiz: los ajusticiamientos han sido públicos desde tiempos remotos. La plaza del pueblo se llenaba de gente ante el cadalso, ante la guillotina, y hoy día puede seguirse la inyección letal en una pequeña sala con cristal enmedio, e incluso participar lapidando a la mujer infiel a su esposo. Y que levante la mano (que seguro que hay muchas) el que no haya visto el vídeo en youtube del ajusticiamiento de Saddam Hussein, o el de el matrimonio Chauchesku en Rumanía. ¿Seguro que no estamos preparados para ver según qué cosas? Yo más bien sigo creyendo que hay gente para todo. Y mucha.

    Besotes.

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  17. Pues yo como soy dulce e inmaculado, ingenuo y altamente optimista creo que la gente en general (incluyéndome a mí) somos menos estúpidos de lo que en general todos creemos.

    De hecho, ni siquiera me creo los datos de audiencia.

    Un ejemplo me lo dijo no hace demasiado alguien. si quieres ver los programas que se comparten en el emule verás que son documentales y programas como "planeta finito", "callejeros", etc...

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  18. Señor Raro, señor Raro (e ingenuo), eso me parece una ingenuidad (valga la redundancia). ¿De qué sirve descargarse programas del corazón, si no hay quien distinga uno de otro? Los documentales aportan conocimientos y son descargados por gente interesada en ampliar los suyos. Algunos son descargados siguiendo las instrucciones de profesores universitarios para después tratar esos temas en debate en clase. No me convence como ejemplo. Como ingenuidad, sí.

    Besitos.

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  19. Los índices de audiencia se hacen con una muestra de apenas 5.000 hogares, que aunque cuidadosamente seleccionados, desde luego distan mucho de ser los suficientes para reflejar todo el panorama de televidentes.

    Yo jamás vi el ajusticiamiento de Sadam Hussein, ni abrí el fabuloso correo del despelleje animal para hacer abrigos de pieles que corretea estos últimos tiempos.

    Ahora bien, puedo ser una excepción.

    Lo que está estudiado y demostrado es que el seguimiento continuado y rebuscado de la violencia no crea la adicción ni la espectación que muchos se empeñan en proclamar. No en cuanto a violencia real.

    Que el morbo puntual lleve a algunos insensibles a visionar el video de una ejecución no exhime de que su seguimiento produzca rechazo: una cosa es ralentizar el coche para ver qué ha pasado en el accidente y otra muy distinta es quedarse dos horas frente a un televisor viendo accidentes de coches.

    Miro: si el programa que sugiere el libro no es tan explícito, quizás tenga su qué. Pero conozco muy bien a Amélie Nothomb y tras su "estupor y temblores" conoció un éxito que la catapultó hacia el olimpo de los que se niegan a bajar de él. Vistos sus posteriores fracasos, no hace desde hace unos años, sino rizar el rizo. Prueba con Pléplum, si te lo acabas y lo entiendes, te doy un premio.

    Así que no me extraña que ahora recurra a la burrada extremista para recuperar su podio perdido.

    Curiosamente, el libro de ella que vale la pena realmente, es una autobiografía, natural, sencilla, real, casi como un blog. Desde que se dedica a imaginar, no hay quien la aguante.

    No me extraña no lo encuentres, creo que sus diversas ediciones se han agotado siempre. Yo lo tengo (en francés, eso sí.) Si te interesa, te lo mando con todo cariño. Creo que es un libro que todo el mundo debería leer, sólo por el placer de hacerlo.

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  20. sólo puedo contestar que sí, que todo lo que podamos imaginar de aberrante y mostruoso, si además proporciona niveles de audiencia, o sea, produce dinero, se hará más temprano que tarde.
    En cuántos años se "evolucionó" de los primeros OT a los Saló de hoy en día?
    Habrá que agradecer a Kristo Meijide su brillante aportación a tanta basura.

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  21. Y yo sobre este tema me abstengo de comentar...a ver si me quito la vaguería y hago un post al respecto.

    Besicos

    (Y por cierto Amanda...lo tuyo es ser insistente con Amelìe)

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  22. Por alusiones, y con permiso de Miroslav

    Yo jamás he visto un ajusticiamiento ni nada similar. Y me es imposible ver un programa donde la gente se ponga en ridículo porque sufro del mal de la vergüenza ajena en dosis considerables.

    Sé que esto será difícil que alguien se lo crea pero contra esa certeza tengo la capacidad adquirida de la indiferencia (vaya, que me importa un bledo si no se lo creen). Y yo, como no me considero ni peor ni mejor que nadie, intuyo que hay una gran cantidad de gente a la que le pasa lo mismo.

    De hecho creo que cada vez más la gente se está haciendo su televisión a la carta. Yo hace tanto que no veo otra cosa en la tele que series, películas o documentales que tengo grabados que el otro día vi. un anuncio y me extrañó. Conozco a muchas personas de mi entorno a la que le sucede lo mismo.

    En cuanto al tema de las audiencias, se hacen con los audímetros (que como dicen Amanda son mínimos y como muchos saben donde están colocados, reciben hasta sobornos) y con entrevistas que se hacen como se hacen las entrevistas (y si has hecho alguna vez como yo lo sabrás).

    Así pues me niego a pensar que todos somos perturbados mentales. De hecho, ya ha habido intentos por traspasar unas cuantas líneas en esto de los programas de la tele y siempre, han acabado fracasando.

    En cualquier caso, no esta mal que a mi edad me consideren ingenuo.

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  23. No es tan descabellado.

    En Das Experiment (2001), un grupo de cientificos quería ver la reacciones de gente normal y corriente desempeñando, a cambio de dinero, un rol como preso o guardia en una cárcel ficticia. Un periodista se infiltra con una cámara (en las lentes de las gafas) y busca la provocación para generar "espectáculo". Obviamente, lo consigue.

    En "My little eye" (La cámara secreta), un programa de TV lleva a un grupo de jóvenes a una casa aislada para saber quién aguanta más. Lo que no sabían es que el programa contaba con su Web de apuestas sobre... el orden en que iban a morir. Y los apostadores se jugaban mucho dinero.

    Como vendieron la película gore "Holocausto Canibal"? Como un falso documental. Ahí está: título de culto.

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  24. Yo leí de esta autora Estupor y Temblores y saque la conclusión que la experiencia que cuenta en el libro (verídica), la dejo bastante tocada....
    De todos modos, es verdad que la televisión se está volviendo una locura y la gente se deja hacer de todo por el minuto de gloria....
    Que pena, verdad?

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  25. Menuda polémica has creado con este post. Yo ando un poco vaga (y con poco tiempo) para entrar en profundidades, pero quisiera apuntar que una cosa es ver G.H. (programa que confieso seguir desde su inicio) y otra bien distinta es ver un programa en el que se tortura y mata a gente. Va un abismo de una cosa a la otra.

    Debo ser una ingenua pero yo no creo que tal programa pudiera llegar a tener éxito en el caso (muy improbable) de que pudiera tan siquiera emitirse.

    Besos

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